Los reflectores azules del salón van a mostrar mi rostro, goteado de rimmel y arañazos, ustedes van a ver una constelación de lágrimas en mis mejillas, voy a salir corriendo.
Enséñame a pegar mi cuerpo a tus heridas, enséñame a sostener tu corazón un ratito en mi mano, a abrir mis piernas como se abren las flores para el viento para sí mismas, para el rocío de la tarde. Enséñame a bailar, esta noche quiero seguirte el compás, abrirte las puertas de la azotea, llorar en tu soledad mientras desde tan arriba miramos automóviles, camiones, autopistas llenas de policías y máquinas ardiendo.
Enséñame a abrir las piernas y métemelo, contén mi histeria dentro de tus ojos. Acaricia mis cabellos y mi miedo con tus labios que tanta maldición han pronunciado, tanta sombra sostenido. Enséñame a dormir, esto es el fin.
Este poema es la petición de alguien aterrorizado, que tiene miedo pero quiere vivir libre, y que le pide a su acompañante que le enseñe a vivir libremente, que la libere y que le haga el amor con el fin de encontrar la paz.
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